NO HAY PRIMERA SIN SEGUNDA...
13 octubre, 2017
A pocas semanas de la primera vuelta presidencial, los candidatos y candidatas centran sus esfuerzos por focalizar en los medios de comunicación masivos sus diferencias respecto de los demás, dadas las limitaciones a la instalación de propaganda y al gasto en las campañas. Por cierto, los tiempos se acortan vertiginosamente, pero las personas parecen transitar desafectados e indiferentes a este inminente hecho, augurando una posible baja participación, consistente con lo que ha ido aconteciendo luego del voto voluntario y la nueva ley electoral. Cuando casi la totalidad de las encuestas muestran a Sebastián Piñera y Alejandro Guillier como los más probables vencedores de la primera vuelta, lo que suceda en la campaña de segunda vuelta adquiere para los competidores relevancia principal. Aquí, las dificultades para alcanzar entendimientos previos y con ello tener alguna opción real de triunfo, se han convertido en el escollo principal para el oficialismo. Con una Democracia Cristiana dividida en tal sentido y profundamente resentida por su rol en la actual Administración, las posibilidades de superar dicha barrera se ven altamente complejas, como lo demostró la iniciativa de algunos de contar con una “carta compromiso” de apoyo mutuo para la segunda vuelta. La derecha, en tanto, requiere convencer a su electorado que la carrera no está corrida, pues el riesgo está presente, especialmente si el oficialismo lograra retomar la senda de la unidad, aun cuando esta fuera solo para sortear la coyuntura.
Por su parte, el Gobierno, distanciado por completo de la contienda electoral, continúa intentando construir su “legado”. Sin embargo su protagonismo principal se enmarca, una y otra vez, en los desaciertos propios de un deficiente manejo político en situaciones delicadas, como la huelga de hambre de los comuneros mapuches - donde una sucesión de errores internos terminaron con el uso de su “feriado legal” por parte del Subsecretario Alewy - o la decisión de “congelar” las subvenciones contempladas en la Ley de Inclusión para el Presupuesto de Educación 2018, generando con ello una nueva polémica respecto de su proyecto más emblemático.
Clave1. EL PESO DEL LEGADO: La Presidenta Bachelet se juega sus últimos esfuerzos por dejar establecidos avances que marquen su gestión para la historia, en concordancia con su promesa, recordada hace pocos días, de no asumir un segundo período para administrar “más de lo mismo” sino para concretar los cambios profundos que Chile requería. Una intensa agenda legislativa da cuenta de la urgencia con que se asume esta tarea, en la recta final de su gestión.
Tal tarea, que deriva de la aspiración natural de todo gobierno de ser recordado por sus grandes logros y transformaciones, no debiera estar en contraposición con el cuidado y las energías que demandan los conflictos propios de toda gestión. Sin embargo, una suerte de desprolijidad parece mantener una y otra vez al Ejecutivo en polémicas complejas, que acrecientan la imagen de desorden interno, de la coexistencia de posiciones encontradas en el gabinete y de un liderazgo poco claro para señalar el camino deseado. Algunas muestras:
- El conflicto mapuche es de orden estructural y de larga data. Si en algo hay consenso en este tema, es que no existen soluciones fáciles, y que el camino exige mucha pericia y amplitud política, grandes acuerdos y participación de todos los involucrados. No obstante, lo que aparece relevado ante la opinión pública son los graves y recurrentes hechos de violencia en la zona, y el dilema en que se debate el Gobierno es en torno a si estos constituyen o no actos de terrorismo, y por tanto, si corresponde o no aplicar dicha ley. Se cae así en una ideologización que no tiene ninguna relación con el conflicto histórico propiamente tal. Pero, además, esta suerte de indefinición del Gobierno se instala al interior del gabinete, provocando situaciones como las que terminaron con el Subsecretario del Interior de “vacaciones”, de las cuales (más indefiniciones) también podría volver o no. De hacerlo, sin duda vería gravemente mermado su peso político para continuar adelante con sus tareas, en especial en seguridad pública. Cabe recordar que por razones similares renunció hace muy poco el equipo económico en pleno.
- La Reforma de la Educación y la promesa de gratuidad constituyen la transformación más emblemática de esta segunda gestión gubernamental de la Presidenta Bachelet. No parece razonable, por tanto, la presentación de un Presupuesto 2018 que “congela” las subvenciones instalando con ello una duda razonable respecto de la sustentabilidad real de la promesa de gratuidad y desluciendo, por tanto, los avances logrados en tal sentido.
Así las cosas, el “legado” del Gobierno adquiere ribetes que, sin duda, no aportan positivamente a los candidatos que, por domicilio político, se definen como los continuadores y defensores de su obra.
Clave2. CADA DÍA TIENE SU AFAN: En la recta final para la primera vuelta, una suerte de ansiedad poco estratégica parece instalarse en candidatos y comandos. En el caso del oficialismo, ello se evidencia en la urgencia por buscar un acuerdo previo de apoyo mutuo en segunda vuelta, lo que termina por convertirse en un problema más, en lugar de una forma de mostrar capacidad de gobernar.
- La existencia de dos candidatos presidenciales de la coalición gobernante y las listas separadas para el Parlamento, son muestra de la desafección y de la grave incomodidad que ha vivido la DC en este Gobierno. Ello, particularmente porque se apreciaría una mayor ingerencia del PC en las decisiones del Ejecutivo, contra una creciente pérdida de influencia de ellos. En este escenario, es evidente que la obsesión por una “carta compromiso” en esta etapa, más bien tensiona a la centro-izquierda y agudiza la división interna en la DC.
- La discusión pública de este tema no solo resulta estéril en términos de la posibilidad de concretar el acuerdo al interior del oficialismo, también distrae de lo que debería importar: hablarle al país sobre las propuestas de futuro para ganar la primera vuelta, y hacerlo con el mayor margen de votación posible.
- Lo anterior es una muestra de como el bloque oficialista ha ido perdiendo la capacidad estratégica que le permitió transformarse en una fuerza ganadora que generó estabilidad política, económica y social, y ganarse el sitial de la coalición más exitosa de la historia de Chile. Hoy las preguntas y los desafíos están abiertos.
- Por su parte, Chile Vamos ha logrado levantar una campaña en la que su foco está puesto en un triunfo que depende hoy de no cometer errores. Los buenos resultados de esa estrategia indican que debería seguir implementándose sin variaciones, teniendo en cuenta el hecho de que las encuestas siguen ubicando en la punta a Sebastián Piñera.
Por cierto, esta polémica oficialista sobre el apoyo en segunda vuelta es observada con beneplácito por una oposición que, mientras tanto, muestra a sus candidatos concentrados en entregar contenidos y relevar los “errores no forzados” del Gobierno, en su beneficio.