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Rescatar lo bueno o morir en el intentos

Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion

La Segunda/ Columna de opinión

2 de diciembre 2022

Este Gobierno fue configurado por dos coaliciones, algo sin antecedentes desde el retorno a la democracia. Apruebo Dignidad (AD) y Socialismo Democrático (SD), que no hasta hace mucho eran adversarios políticos, han intentado convivir. En su momento la estrategia del Frente Amplio buscó ganar espacio en la política por medio de críticas a la Concertación y Nueva Mayoría. Sino que lo digan en la centroizquierda, cuando en las pasadas primarias les dijeron que no en la misma puerta del Servel, porque no eran lo suficiente prístinos. Debemos reconocer que su estrategia fue exitosa, apoyada por los discursos críticos hacia estos gobiernos derivados de la crisis del 18 de octubre de 2019. Para muchos, en ese momento, todos los males que aquejaban al país eran culpa de esos partidos. ¿Quien querría estar con ellos? Aunque todo esto parece de la prehistoria, ocurrió hace poco más de un año.


Durante los primeros meses de gestión era claro quienes tenían el poder; lo hicieron notar en discursos y hechos. Sin embargo, muchos pensamos que todo esto cambiaría con el brutal resultado del plebiscito en septiembre, y que el primer ejemplo lo daría el Presidente. Parte de esto se cumplió; Boric decidió dar un giro importante en el eje de poder oficialista con el cambio de gabinete, optando adicionalmente por un discurso conciliador. Por el contrario, en Apruebo Dignidad poco lo acompañan en esa línea, pareciendo que ante la falta de influencia han optado por el camino de las trincheras. Pasado tres meses, los ministros de SD lideran las encuestas en aprobación; no pueden decir lo mismo sus colegas de AD. Paradójico es que Tohá, Marcel y Monsalve se encuentran a cargo de los temas prioritarios para las personas, como las crisis en seguridad y economía, pues son integrantes de los vilipendiados 30 años. Y no se puede obviar que la ministra Antonia Orellana, titular de una cartera en que históricamente sus antecesoras han tenido buenos resultados, con ella esto no ocurre.


Lo lógico sería imitar los buenos ejemplos, pero parece que la apuesta es perder con las botas puestas. Seguir hablándole a los suyos tendrá irremediables consecuencias: desapego con las personas, y mejor ni hablar lo que ocurriría en las futuras elecciones. No se trata de renunciar a sus convicciones; se trata de asimilar que gobernar conlleva costos. No se trata de imitar a sus pares; se trata de ser flexibles ante una situación adversa. Si AD no asume que el Presidente ha diseñado un camino hacia la moderación, y decide no acompañarlo, lo arrastrarán a una debacle.

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