El país de la nostalgia
Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion
La Segunda / Columna de opinión
16 de agosto 2024
En una era marcada por profundas transformaciones y tensiones sociales, la nostalgia no sólo ofrece un refugio emocional, sino que se erige como un prisma crítico con el poder de reformular nuestra percepción de la realidad. Mientras leía 'Ocaso de la democracia', de Anne Applebaum, una referencia a 'El futuro de la nostalgia', de Svetlana Boym me hizo reflexionar sobre Chile, un país atormentado por sus propios fantasmas y miedos. En este contexto, la nostalgia reflexiva, que implica una mirada crítica y melancólica hacia el pasado, se convierte en una herramienta vital para la introspección y transformación social.
Sin embargo, esta forma de nostalgia no está exenta de riesgos. Parte importante de nuestros dirigentes apelan a lo que fue nuestro pasado reciente para diseñar sus relatos. Se han instalado como la antítesis del Frente Amplio, que creó su fortaleza como críticos de lo realizado desde el retorno a la democracia. Sin embargo, debemos ser cautos. La idealización del pasado puede obstruir la visión crítica necesaria para aprender de errores históricos y podría llevar a políticas que miran más hacia atrás que hacia adelante. Una revisión minuciosa del pasado económico, político y social de Chile revela precisamente la necesidad de este tipo de nostalgia. Aunque lo que construyó nuestra élite promovió un crecimiento económico de manera notable, y tuvimos una rápida caída en los índices de pobreza, no es menos cierto también exacerbó las desigualdades. Está fuera del debate que solo debamos replicar las fórmulas del pasado. Creer eso, nos llevará no solo a una nostalgia mayor, sino al aumento en los grados de molestia social.
El desafío consiste en canalizar esta nostalgia reflexiva hacia la construcción de un futuro que no sólo reconozca y corrija los errores del pasado, sino que también proponga soluciones innovadoras y audaces. La nostalgia no debe ser una trampa que nos ate al pasado, sino un trampolín para avanzar.
En Chile, donde el pasado sigue vibrando intensamente en el presente, comprender y emplear esta forma de nostalgia es esencial para forjar un futuro más inclusivo y justo. Es claro que no volveremos a los años noventa o dos mil, pero debemos tener la altura de miras que revise nuestro pasado y construya el futuro. Mirar hacia atrás, pero sin quedarnos allí.