Con vocación de minoría
Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion
La Segunda/ Columna de opinión
24 de enero 2023
Gabriel Boric Font fue electo Presidente de la República en un contexto inédito para Chile. El país venía saliendo de la crisis social y política más importante desde las movilizaciones en dictadura a inicios de los 80, entre otras cosas como resultado de la desconfianza que tenían las personas con la élite que los gobernó desde el retorno a la democracia. Con una retórica crítica a las políticas públicas diseñadas e implementadas por la Concertación —y para qué decir las de Sebastián Piñera— el Frente Amplio se hizo camino al andar, y logró convocar e interpretar esa frustración ciudadana. Ese exitoso camino, en el cual jóvenes dirigentes universitarios llegaron a La Moneda, tuvo como consecuencia ni más ni menos que el rompimiento de una alianza histórica entre el centro y la izquierda.
Todo ese escenario descrito, en el cual el ahora Presidente Boric y sus ministros menores de 40 años asumieron el poder hace escasos diez meses, ha cambiado de manera radical. La evaluación a su gestión no logra superar en ningún caso los 35 puntos de aprobación y, de cara al futuro, nada hace pronosticar que esto cambiará al mediano plazo. Durante ese período las personas han cambiado de posición respecto a lo que desean; sea por cansancio, por gusto o por búsqueda de nuevas vías, sus prioridades mutaron, así como sus apreciaciones de las cosas. Si buscamos un responsable rápidamente encontraremos al eterno invitado de piedra, la Convención Constitucional, institución de la cual el Gobierno hizo pocos pocos esfuerzos por separarse. Sin embargo, más allá de lo que gatilló este fenómeno, se debe destacar el escaso esfuerzo por parte del presidente y algunos de su equipo por atenderlo. Pareciera que han optado por tener vocación de minoría, desconociendo el motor vital de la política que es precisamente lo contrario.
Son justamente situaciones como la de los indultos, la mantención de una retórica, y comportamiento que complace a su nicho de origen, los motivos que hoy tienen al oficialismo en un momento de profundas tensiones, que seguro desencadenarán en una división electoral de cara a la elección de consejeros constitucionales. Pero más allá de lo puramente político, lo que más debería preocupar es la brecha profunda generada entre este líder acostumbrado a ser cercano, y las personas comunes y corrientes.
Con todo, solo el propio Presidente Boric puede revertir esta situación, tomar el timón y darle un giro al barco, el cual hasta ahora parece camino al naufragio. De manera paralela algunos ministros han hecho concretos esfuerzos por cambiar esta situación; no obstante, no son ellos quienes deben estar convencidos, ni mucho menos los responsables de concretar esta nueva estrategia. Únicamente el Presidente puede hacerlo; tiempo tiene, esperemos que voluntad también.