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Permisos, empleo decente, una fórmula para erradicar el crimen organizado.

Por Claudia Miralles, gerenta de Comunicación Estratégica Imaginaccion

Ex – Ante / Columna de opinión

16 de mayo 2024

En vísperas de la campaña municipal, midamos a nuestros alcaldes y alcaldesas por cuanto empleo permiten, por cuántas industrias y comercio formal atraen. La mejor manera de combatir al crimen organizado es dejar que la economía formal funcione, que progresen las empresas pequeñas, medianas y grandes. Las que se rigen por la ley, pagan patentes e impuestos, cumplen con los permisos, contratan guardias y generan empleos de calidad.

 

Por estos días, con horror, hemos conocido que el Concejo Municipal de la Pintana rechazó la instalación de una sede del Duoc en la comuna. Un centro de educación de excelencia es un polo de progreso y esperanza para una zona con escasa presencia del Estado. Su rechazo es una gran noticia para quienes prefieren controlar el territorio con “soldados” de la droga. Insólito.

 

Sabemos, por nuestro trabajo, del rechazo de fábricas en otras comunas porque “contaminan”, pese a que cumplen todas las normas legales; de edificaciones porque a los alcaldes no les gustan las inmobiliarias; de demoras en permisos de construcción porque “son edificios en altura”, del rechazo a plantas de tratamiento de agua porque algunos consideran que expelen mal olor.

 

A ello le hemos puesto el nombre social de dificultades en la permisología. O sea, las actividades productivas legitimas enfrentan todo tipo de dificultades para llevarse a la práctica. Aunque tengan permiso, con declaraciones o estudios ambientales, son permanentemente cuestionadas bajo la excusa de cuidar la participación ciudadana, en aras del medio ambiente y la vida de los vecinos.

 

En contrapartida, sin embargo, los ciudadanos vemos cómo avanzan las ferias sin permiso, los “coleros” que se toman el final de las ferias sin pagar y el comercio ambulante ilegal agobia a peatones y a comercios instalados en grandes y pequeñas avenidas. Cada día vemos más toldos azules a las salidas del metro, más tomas de calles por parte de “cuidadores”, más actividades ilegales que se desarrollan a vista de todos.

 

Nos estamos convirtiendo en víctimas del exceso de permisología y de arrinconar al sector privado legal, permitiendo al mismo tiempo que la informalidad se instale como una perversa practica de subempleo, de trabajo indecente, e incluso de tapadera para actividades directamente delictivas.

 

En vísperas de la campaña municipal, midamos a nuestros alcaldes y alcaldesas por cuanto empleo permiten, por cuántas industrias y comercio formal atraen. La mejor manera de combatir al crimen organizado es dejar que la economía formal funcione, que progresen las empresas pequeñas, medianas y grandes. Las que se rigen por la ley, pagan patentes e impuestos, cumplen con los permisos, contratan guardias y generan empleos de calidad.

 

Suficiente de consignas. Se requiere más progreso y menos informalidad.

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