Apurar el tranco o dormir el sueño de los justos
Por Claudia Miralles, gerenta de Comunicación Estratégica Imaginaccion
La Segunda / Columna de opinión
8 de abril 2024
Las máximas autoridades del país han hecho numerosas declaraciones en los últimos meses apuntando a mejorar los tiempos de la permisología, conscientes de que la tramitación de los permisos se ha convertido en un cuello de botella para los esfuerzos por impulsar la inversión y de esta manera recuperar el crecimiento de la actividad económica. Incluso en enero pasado se envió al Congreso un proyecto de ley en esa línea, con el nombre de 'Sistema Inteligente de Permisos'.
No obstante, esta preocupación no ha logrado permear en quienes más incidencia tienen en los procesos. Jefaturas y funcionarios de ministerios, servicios y municipios hacen que los trámites y permisos de proyectos de inversión —de toda escala— se conviertan en procesos lentos, muy lentos.
Quienes apoyamos los esfuerzos del sector privado para gestionar sus proyectos nos encontramos con silencios administrativos que duran meses, con respuestas que no llegan o reuniones que se cancelan. Ello resulta completamente contradictorio con la narrativa oficial pro inversión y con la valoración de la colaboración público privada. Obras son amores y no buenas razones.
¿Dónde está el punto crítico'? En que estos expedientes que no 'se mueven' y se estancan en cientos de escritorios de funcionarios en todo el país significan millones de dólares de inversiones que no se concretan, miles de empleos que no se generan, desánimo empresarial para seguir empujando la economía, aumento del riesgo financiero para las empresas y frustración de muchos ciudadanos que esperan el desarrollo.
Los papeles no se mueven solos. Apurar el tranco, empujar respuestas, buscar soluciones y dialogar para resolver pueden ser una manera eficaz de apoyar los anuncios del gobierno desde el aparato del Estado. Y así, de paso, empujamos entre todos el tan necesario crecimiento del país. De otra manera, las buenas intenciones de las máximas autoridades se quedarán también estancadas en algún escritorio, durmiendo el sueño de los justos.