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AÑO ESTRATÉGICO
15 marzo, 2019

En el plano internacional, la atención sigue concentrada en el drama que vive Venezuela. Con una población viviendo penurias en temas básicos como la luz, el agua y los alimentos, Maduro se queda cada vez más solo y cercado por la presión internacional para arribar a una salida política. La amenaza de una intervención militar por parte de EEUU, no obstante, continúa entregándole argumentos para mantener el apoyo de las FFAA y de una parte cada vez menor de la ciudadanía.
Por su parte, un nuevo revés sufrió la Primera Ministra Británica, Theresa May, cuando el Parlamento rechazó el nuevo Acuerdo de Retirada de Reino Unido de la Unión Europea. Así, el Brexit, que comenzó con un sorprendente 51,9% de apoyo de la población, se ha convertido en la mayor imagen de fracaso para May, como consecuencia de una política pública populista, que para conseguir adhesión apeló a exacerbar los temores ciudadanos respecto del empleo y de la población inmigrante, y que se impuso en un referéndum pobremente informado respecto de sus consecuencias y dificultades de implementación.
En Chile en tanto, en un mes asociado a los gastos que abruman a la población como el inicio de clases, los permisos de circulación, las aglomeraciones de tránsito y el fin abrupto de las vacaciones, el Presidente ha hecho gala de un protagonismo excesivo que lo expone a cometer errores y a desperfilar al resto de los miembros de su Gabinete.

Clave 1: LO QUE VIENE: Para la actual Administración, este mes da también la partida a su segundo año de gestión y observamos que lo hace con un Presidente que ha abandonado su estrategia inicial de mostrar un liderazgo más maduro, con rasgos de estadista enfocado en los grandes temas.


En sistemas de gobierno de 4 años como el chileno, el segundo se convierte en un período clave. Ello, porque tras un primer año de instalación, es en los doce meses siguientes cuando un Gobierno tendrá una oportunidad única de imprimir un sello ganador a su gestión. Luego, en el caso de Sebastián Piñera, en el 2020 y 2021, se impondrán las dinámicas propias de las elecciones municipales y parlamentarias, con toda la distorsión que éstas generan en el ambiente político, así como el condicionamiento de las lealtades del oficialismo a los resultados que el Ejecutivo sea capaz de mostrar en aprobación ciudadana. Así, lo que no se logre ejecutar en el año en curso, difícilmente la actual Administración lo podrá efectuar después.


Por lo anterior, se comprende el sentido de urgencia y los llamados a la unidad dirigidos por el Mandatario en sus mensajes, primero en el cónclave con su gabinete y luego, con los parlamentarios oficialistas en Cerro Castillo. No obstante, hará falta gran capacidad de liderazgo y comprensión del nuevo Chile para sortear con éxito un año estratégico para el Gobierno, en un escenario que se presenta complejo en diversas áreas:

 

  • En el Congreso: La valorable diversidad que impulsó el primer Parlamento elegido tras el fin del sistema binominal genera, no obstante, un escenario que obliga al Gobierno a un trabajo mucho más fino y de alta capacidad de negociación política con la oposición. Esta última, más allá de su composición, no ha podido salir de su estado de dispersión post electoral, lo que impide al Ejecutivo contar con interlocutores definidos y de clara influencia entre sus pares, como sucedía hasta hace poco. Y aun cuando el Gobierno ha señalado poder avanzar en algunos temas implementando una batería de medidas que no necesitan pasar por el Parlamento, lo cierto es que las grandes Reformas comprometidas por la Administración Piñera, como las Tributaria y Laboral, requieren de trámite parlamentario. Y las primeras apreciaciones en este sentido no parecen auspiciosas: episodios como el manejo del Ejecutivo en el conflicto generado con la DC tras insistir en mantener al Subsecretario de Salud luego del fallo judicial por el magnicidio de ex Presidente Eduardo Frei Montalva van en la dirección contraria a construir estas necesarias complicidades, especialmente siendo éste el único partido de la oposición que había manifestado abiertamente su intensión de apertura y de no obstrucción.

  • En este, su segundo año, el Presidente Piñera comienza con una baja en las encuestas de aprobación ciudadana (39%). Para que dicha baja no continúe y se convierta en tendencia, el Gobierno requerirá dejar rápidamente atrás la imagen de una Administración que generó grandes expectativas y que, no obstante lograr un crecimiento positivo, no fue capaz de traspasar esos beneficios a la población. Imprimir dinamismo al mercado laboral, revertir las cifras de desempleo y el estancamiento de los salarios, prevenir el cierre de empresas e implementar medidas para mitigar el impacto del alza de los combustibles en el bolsillo de las personas, son tareas urgentes si se pretende hacer un giro positivo en los próximos meses. En su contra juega el complejo escenario económico internacional, que tiende más a inhibir a un empresariado ya algo impaciente respecto de las promesas de campaña y que manifiesta sus críticas -todavía cautelosas- a la espera del curso que tomarán este año las discusiones de las Reformas Laboral y Tributaria, así como a la anunciada implementación de medidas pro-inversión.

  • La temperatura ambiente tampoco parece remar a favor. En tiempos donde el profundo descrédito de la política y, en general, de instituciones que históricamente gozaban de gran prestigio en nuestro país, como Carabineros y la Iglesia, los chilenos se han transformado en ciudadanos desconfiados, que ya no creen que haya alguien interesado realmente en resolver sus problemas y actuar en consecuencia. La volatilidad de su adhesión por tanto, pone techo a la política de los anuncios que no se concretan en el corto plazo. En tal sentido, habrá que ver lo que sucede con el sistema RED de transporte público, que por ahora más parece un simple cambio de nombre: éste fue presentado por el Mandatario como un sistema nuevo, moderno e integrado, que terminaría gradualmente con el Transantiago. Sin duda, una mejora que se limite en el tiempo al mero cambio en la calidad de los buses acabará en una nueva decepción ciudadana de promesas inclumplidas.

  • Como respuesta al estado de ánimo de desconfianza descrito, múltiples movimientos sociales han pasado a constituirse en canales para la expresión del malestar y inquietudes que otrora eran conducidos a través de representantes elegidos para ello, como los parlamentarios o el propio Gobierno. La transversalidad de movimientos como No+AFP o el feminismo dan cuenta de lo lejos que están de identificarse con ningún partido o sector político. Estos, por su parte, incluido el Gobierno, no parecen comprender su dinámica ni encuentran forma de apropiarse de sus postulados y éxitos de convocatoria.

  • Los tiempos son cortos y nunca es fácil hacer un giro en la imagen ya instalada. En este escenario, los desafíos para este 2019 obligan a una pulcritud a toda prueba en la gestión gubernamental; gran capacidad de negociación en un Parlamento donde se es minoría y sintonía fina con el sentir ciudadano, que no es lo mismo que definir cada acción o iniciativa por lo que señala una encuesta. El Gobierno está obligado a mostrar resultados concretos en el plazo de estos doce meses, especialmente en algunas áreas claves para las personas como empleo, salud y seguridad ciudadana y, a lo menos, en los ejes principales definidos al inicio de la gestión sobre la base de los cuales se construyeron las primeras mesas de trabajo para arribar a acuerdos.

  • Entre estos últimos, la promesa de Paz en la Araucanía no puede ser abandonada. Tras el retroceso que significó el asesinato en manos de Carabineros del joven comunero Camilo Catrillanca, el Gobierno debe reforzar su prioridad por retomar el camino del diálogo y restaurar las confianzas. Este es un tema de alta complejidad, en cuya solución han fracasado todos los Gobiernos anteriores. La seriedad, capacidad de convocatoria y habilidad inicial con que fue asumido por el Ministro de Desarrollo Social abrió grandes esperanzas. Si se logra volver a ese punto y sentar bases sólidas de un camino de más largo plazo, ello podría constituirse en el gran legado de la actual Administración.

  • Respecto de su Política Exterior, la tradición republicana de nuestro país ha estado históricamente por sobre las tendencias de un sector u otro. Por tal razón, en su desempeño los gobiernos han contado siempre con un amplio y transversal respaldo. La Administración Piñera, no obstante, ha roto con esta tradición y ha impulsado algunas acciones que han generado controversia, como abstenerse de refrendar el Acuerdo Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, de Naciones Unidas, que contó con el respaldo de 150 naciones y del cual se restaron 13 países, entre ellos Chile.

  • Asimismo, el Gobierno de Chile condenó abiertamente la situación de Venezuela lo que, salvo en una pequeña minoría sobre-ideologizada, concita gran consenso nacional. No obstante, la decisión del Presidente Piñera de asistir personalmente al acto de entrega de la ayuda humanitaria, acompañando al Presidente autoproclamado, Juan Guaidó, ha debido ser defendida reiteradamente por el Ejecutivo ante las críticas por el apresuramiento de una acción innecesaria para un Presidente y que, en si misma, fue evaluada como un fracaso: no se logró entregar la ayuda, no se quebró el apoyo a Maduro de las FFAA y se generó una situación lamentable con miles de venezolanos que, no pudiendo regresar a su país luego de asistir a la manifestación, quedaron a la deriva de sus trabajos, sus casas y familias.

  • En un año estratégico como el que está en curso, el Gobierno debe mostrarse firme en sus convicciones. Resulta inexplicable y algo indecorosa, por ejemplo, la voltereta del Ejecutivo que transitó de sus críticas a la huelga-marcha del 8M, convocada por las organizaciones feministas, al “orgullo” y adhesión expresados por el Mandatario y otros miembros del Gabinete luego de observar la masiva convocatoria. Es un error que no contribuye a consolidar la imagen de un Gobierno.

  • El protagonismo excesivo al que ha retornado el Presidente Piñera tampoco entrega señales auspiciosas para el objetivo de enfrentar con éxito este 2019. La sobre-exposición siempre huele a peligro. No obstante, la presión por mostrar resultados y subir en las encuestas parece hacerle creer al Mandatario que debe tomar las riendas en solitario, lo que muchas veces aumenta el nivel de los conflictos y le hace correr riesgos innecesarios. Así es el caso, por ejemplo, de los medidores inteligentes donde, pudiendo dejar el tema a la Ministra de la Cartera energética, hizo afirmaciones que terminaron por generarle un problema. Finalmente, debió salir la autoridad sectorial al ruedo para intentar despejar un malestar ciudadano que sigue en desarrollo.

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